Normalmente cuando pensamos en el
deporte, lo hacemos con añoranza, sabemos que el deporte es salud, equilibra,
permite al cuerpo desentumecerse y ponerse a tono, nos alegra el humor, nos desestresa
y.... podríamos seguir infinitamente, pero ¿Cuándo lo practicamos? o mejor
dicho ¿Cuándo tenemos tiempo para dedicarnos a ello?
Quizá la solución sea en vez de
buscar huecos para de manera individual ponernos en forma, enfocarlo con una
actividad más a realizar en familia, no solo será más divertido sino que aprovecharemos
un momento más de compartir ilusiones y frustraciones y además reforzaremos los
lazos que con la rutina o locura de la semana se ven ,irremediablemente,
afectados.
Si durante la semana no tenemos mucho
tiempo para dedicárselo a nuestros hijos pero al llegar el fin de semana pudiéramos
ir todos a animar al hij@/herman@ que tiene su partido de futbol o baloncesto;
si pudiéramos hacer una ruta en bici; si pudiéramos llevarnos unos bocatas e ir
a comerlos a la orilla de un rio o a la montaña.... hay tanto ejemplos de cosas
que podríamos hacer y convertirlo en un divertido plan familiar, que nos daría
energías para afrontas una nueva semana de caos total y falta de comunicación.
Porque la realidad es que, la vida
actual dificulta mucho las comunicaciones interfamiliares, no solo porque las
familias ya no nacen, viven y mueren en la misma ciudad, sino que por motivos
laborales o de otra índole acaban dispersos por toda España o por el Mundo, pero
además porque cada vez tenemos la agenda más apretada, no solo los padres sino también
nuestros hijos, por pequeños que sean.
Ya no pensamos, reflexionamos, ni
tan siquiera debatimos, con lo famosas que eran las tertulias de la
sobremesa....
Pues ese debería ser nuestro
objetivo, volver a las reuniones familiares (aunque no todos podamos estar
presentes), hacer planes juntos sin que sea necesario que esté todo super
organizado con reservas de hotel o restaurantes de por medio, de verdad, ¡En
el campo todo sabe mejor aunque sea la tortilla de patatas de toda la vida!
Las familias numerosas tenemos más
fácil lo de formar equipos y competir entre nosotros, con los primos, con los
vecinos (que también tienen o no muchos hijos) ¡Y es tan sano!¡ Tan divertido! y
mientras lo hacemos, nos reímos, educamos y sobre todo damos ejemplo.
No hay nada más estimulante para
un hij@ que ver a su padre o madre, con unos años y probablemente unos cuantos kilos
de más, aceptar las reglas del juego y competir como ellos mismos. Aprenden de
nosotros cuando perdemos y cuando ganamos, aprecian nuestro esfuerzo y más que
nada aprecian nuestro tiempo.
Si durante la semana no podemos
darles todo el tiempo que quisiéramos o al menos de la calidad deseada por la
cantidad de cosas que atender, dediquemos al menos un ratito el fin de semana
para charlar con ellos y si podemos hacerlo jugando o haciendo deporte, mucho
mejor, porque EL DEPORTE HACE FAMILIA.