La familia es la palabra del momento, Año Internacional de la Familia. Es una palabra que últimamente ha recuperado su valor o al menos eso parece si nos fijamos en los reclamos publicitarios. Pero no solo es una herramienta de marketing, es que las familias, en especial las numerosas aportamos mucho al Estado, no solo en el consumo diario de los bienes de primera necesidad sino también otro tipo de gastos y en la aportación a Hacienda. Por esta razón planteamos medidas, que no solo van enfocadas a descuentos, a bonificaciones o a bonos familiares. No queremos que la política social sea subsidiaria a las familias numerosas, queremos que haya un enfoque familiar en la elaboración de presupuestos económicos, medidas de gobierno y políticas sociales. Es una perspectiva humanista donde el foco no está solamente en la rentabilidad económica, las infraestructuras o el desarrollo empresarial, sino también las personas y las familias.
Consideramos
que es momento de ir más allá, de poner el foco en la familia, porque no
se entiende y no entendemos un desarrollo socioeconómico en nuestro país sin
tener en consideración y en valor, lo que ha permitido que saliéramos de la
crisis y lo que ha dado y sigue dando cohesión social: La familia.
Es momento de
reconocimiento real y no de palabras.
Somos
conscientes de que hemos tenido unos años difíciles en los que ha habido que
asumir recortes en algunas áreas para poder lograr la recuperación económica y
superar esta larga crisis, pero no se puede seguir apretando a las familias. Al
gobierno le pedimos que, en sus criterios de gestión pública y elaboración de
presupuestos, tengan "perspectiva de familia", que tengan en consideración
las consecuencias, en las familias, de las medidas que pongan en marcha.
Y esto va más allá de unos descuentos, unas bonificaciones., etc. Está
relacionado con la equidad en la aportación y con el desarrollo socioeconómico.
Nos cuesta
entender que un paquete de pañales sea gravado con un 21 % de IVA,
siendo un producto de primera necesidad para familias con menores o mayores a
su cargo, frente a otros productos con tipos más reducidos (teatros,
arte, restaurantes), que no podemos calificarlos de básicos pese a su indudable
impacto cultural y económico. Pero si las familias pagamos tantos impuestos
¿Cómo vamos a tener dinero para consumo de otros productos que no sean los
básicos?
Es tal solo un
ejemplo, como otro cualquiera, podríamos incorporar muchos, por eso
consideramos que tenemos que plantear medidas que vayan enfocadas en esa línea.
Es hora de realizar propuestas y medidas concretas que no hagan más daño a las
familias ni a sus miembros.
Ahora que estamos todos inmersos en la Declaración de la Renta proponemos,
además una vuelta al sistema de deducción en la base imponible,
reforzando así el concepto de "renta disponible" como criterio más
justo para valorar la capacidad económica de un contribuyente y la tributación
que le corresponde de acuerdo a sus cargas familiares.
Es momento de
cambio y de oportunidad, esperemos que la tan esperada reforma fiscal sea un
paso firme y decidido en esa dirección.