Hoy en día, la crisis afecta a
todos de diferente manera. Los que trabajamos y formamos parte de una familia
numerosa, sabemos de primera mano, la necesidad de ocupar y dedicar adecuadamente
nuestro tiempo , es decir, lo que los modernos llaman "gestión del
tiempo". Aprendemos, por necesidad, a diferenciar lo secundario, lo
prioritario, lo urgente y lo importante. ¡Y no nos queda más remedio!
Porque son muchas cosas a tener
en cuenta en nuestro día a día. Pero sobre todo, aprendemos que nuestra
prioridad es la dedicación a nuestros hijos, desde la certeza que los niños
necesitan estar con sus padres para crecer sanos y felices. Y esa
es nuestra gran prioridad.
Nos levantamos con la inquietud
de no llegar a la hora a trabajar, y con las
prisas de llegar tarde a dejar en el colegio a nuestros hijos. Y si
tenemos a uno de nuestros hijos con catarro, con fiebre o con gastroenteritis
cruzamos los dedos para que no aparezca en el frontal del teléfono móvil el
numero del colegio, ya que tenemos que volver de nuevo a dar explicaciones para
cancelar una cita con el cliente o para ausentarnos en el puesto de trabajo.
Y es que, cuando tenemos tanta
tropa, siempre hay complicaciones. Y nos quedamos con la sensación de no llegar
a lo prioritario: la necesidad que tienen nuestros hijos de nuestro tiempo; y
queremos que el día tenga 38 horas. Y a
veces, solo a veces, nos quedamos con la sensación de que podríamos haber dado
más: más tiempo, más dedicación..
En muchas ocasiones, intentamos
hacer ajustes en el tiempo con el fin de ver si podemos juntarnos todos para irnos de excursión, o
para ir al cine o si los padres podemos multiplicarnos para acompañar a cada
hijo a su "planazo".
El hecho de tener hijos con
edades diferentes y con expectativas también diferentes hace que sea complicado
, por si mismo, conciliar tiempos de "estar en familia", con nuestra
propia vida personal y más complicado aún, con el trabajo.
Los padres de Familias Numerosas
sabemos que es difícil conciliar cuando
hay intereses diferentes, que si uno de ellos quiere ver el futbol y el otro le
apetece irse con sus amigos..
Y es, entonces, cuando nuestros
hijos también aprenden a ceder, a negociar y a disfrutar de lo que tienen, en
familia.
Esas competencias tan básicas
para la vida se aprenden en casa y por el "bien común".