Ya estamos en diciembre, algunas calles, cada vez menos, se
llenan de color con el fin de atraer clientes y mejorar las ventas, porque es
una época en la que el gasto se incrementa en todos los hogares. Y por
supuesto, en los hogares donde hay más de un niño el problema se complica,
porque todos nos hemos acostumbrado y damos como algo normal el que nuestros
hijos reciban más regalos de los que necesitan y por supuesto más de los que
pueden llegar a disfrutar.
Los niños, lógicamente, no suelen tener la medida de lo que valen las cosas
ni de cuál es el presupuesto real del que dispone la familia para esta partida
concreta, pero lo increíble es que muchas veces los adultos no seamos capaces
de trasmitirlo y ni tan siquiera muchos lo consideren necesario, llevados a
veces por un exceso de proteccionismo, mal entendido hacia sus menores.
No es porque estemos en crisis, que también, sino que hasta en las épocas
más boyantes que nos podamos imaginar es importante educar a nuestros hijos en
la austeridad. AUSTERIDAD, que proviene de austero, no significa pobreza, no
significa represión, sino que indica, sobriedad, sencillez, sin ningún tipo
de alardes y creo que eso es un buen ejemplo y norma de conducta para
todos, no solo respecto a esta época del año y a los regalos, sino respecto a
toda nuestra vida.
Entender las cosas con sencillez
implica poner en valor lo que tenemos y por qué no, también de lo que
carecemos, implica priorizar lo realmente importante y no perder mucho tiempo
en las cosas superfluas que al final nos desvían de lo que debe ser el centro
de interés.
Los niños deben apreciar la riqueza de la familia, el regalo en sí mismos
que son sus hermanos y las múltiples posibilidades de jugar con ellos aunque
los regalos no sean el último modelo de consola o de móvil. Solo de este modo
los estaremos educando desde la fortaleza y podrán enfrentarse a la vida con
optimismo y resolución.
Y no nos olvidemos del papel que jugamos respecto a nuestros hijos y frente
a la Sociedad, nuestros hijos son el futuro, no podemos maleducarlos y luego
quejarnos de lo mal que está la sociedad y de lo mal que lo hacen lo políticos,
seamos de verdad motores del cambio, participemos del futuro, modelemos a las
nuevas generaciones con criterio y responsabilidad para que cuando sean ellos
los dirigentes del mañana sean capaces de cambiar todas las cosas que ahora
vemos que no nos gustan.
La Navidad es un tiempo maravilloso para estar juntos en Familia y para
reflexionar sobre todo el año que termina e iniciar proyectos para el año
próximo, ¡que mejor proyecto que nuestros hijos! Ese debe ser nuestro foco y un
juguete más o un juguete menos no debe marcar la diferencia, ni para nosotros
ni para nuestros hijos.
Y los que puedan comprar juguetes o regalos sin mirar la cuenta bancaria
quizá puedan comprar alguno de más y acompañar a sus hijos a algún centro de
acogida o alguna residencia de ancianos donde seguro que hay personas, sin
hogar ni familia que tengan con quien jugar o compartir recuerdos.